Quien les escribe tiene particular afinidad con Cortázar y
por ello, usará a ciertos personajes para explicar a grandes rasgos, lo
inexplicable...
Eran dos cronopios complejos y con el alma henchida, que
divagaban, caminaban y cantaban en un lugar que como el de Gómez, solo
equivalía a un metro cuadrado de tierra, metro cuadrado que era más que
suficiente para depositarse el uno al otro, cariño incalculable.
Pasaban horas, días, meses entre sonrisas, palabras, miradas
y suspiros.
Entre los dos habitaba una inocencia demasiado marcada y ese
poseerse sin dejarse de lado y sin poseerse a decir verdad, pues ella era de
él, como él de ella sin ponerse un letrero de ''VENDIDO'' o de posesión
irreductible, no eran necesarias las etiquetas, ni la divulgación a grito
ardido de su amor, bastaba con que ellos sintieran, observaran y soñaran juntos
(el resto del mundo se anulaba de inmediato).
Sus ojos (los de él) eran para ella como las estrellas
gemelas de Leda, la expresión de estos traía consigo el resplandor de la
primavera, sus labios se asemejaban al plácido confort que proporciona el
algodón y ni hablar de su sabor, era indescriptible, irremediable, era todo y
nada al mismo tiempo; al besarle, no le quedaba más remedio que aceptar su
rendición.
Cuando él decidía recitarle o escribirle, ella se iluminaba
y se fundían en ese ser uno donde hay dos cuerpos.
-Cronopios, después de todo.- Pues no se puede considerarles humanos,
porque la humanidad aún no está lista para asimilar el hecho de que dos almas
se topen sin previo aviso y desde ese choque cósmico se fundan, y mucho menos
entenderán que ya se amen; los cronopios lo entienden y eso es lo importante.
Resulta imposible no enamorarse, cuando los días se van
entre miradas, rock, jazz y literatura.
¡¿QUIÉN PUEDE SER TAN TREMENDAMENTE INSENSIBLE PARA NO
DEJARSE LLEVAR POR EL VIENTO ARRASADOR DEL SENTIR?!
-A esta altura seguramente usted piensa que quien escribe
perdió la razón porque no hay cronopios en esta realidad que todos asumen
correcta e irrefutable. Pues entre las probabilidades está que haya dejado
junto con mis ganas de callar, la razón, allí sobre la mesa junto a mi cama,
bajo los anteojos negros que solo uso cuando quiero ignorar al mundo y fijarme
en mis letras.
Vaya decepción que se llevará tras comprender que esta historia
es fruto del palpar lo impalpable y sentir lo desconocido en esta tierra de
mortales sin sentido.-
Dos cronopios que se pasaban las tardes amándose como nadie,
dos cronopios chiquitos, soñadores y cantantes, sonrientes bufones y
parlanchines. Dos cronopios envueltos en versos, bajo el cielo cambiante y
repleto de una rutina que se rompe en el intercambio astrológico que son sus
ojos.
Dos que en realidad hacían uno.
-Que si Bessie, que si Coltrane.
Que si Tartini o Paganini
Que si Pappo, Rulo o Spinetta-
Cuestiones sin solución que buscaban respuesta en besos
furtivos.
Dos cronopios, dos seres pequeñitos, dueños innegables de un
espacio en donde cabía todo menos los prejuicios y las prohibiciones.
Ella y él, él y ella, tomados de la mano, pisando charcos,
usando la hierba como edredón.
No sería conveniente preguntar sus nombres, sería como
cortarles las alas y ellos desean volar fervientemente, volar en ese pedacito
suyo de cielo, viendo la tierra sin afán de volver.
Dos cronopios, dos cronopios, el reloj marca las seis, ES
HORA DE IRSE, -‘’Dame la mano, levántate’’. Dos cronopios un último beso,-‘’¿No
ves que todo está al revés?’’. Dos cronopios, un jardín,-‘’Deja las
preocupaciones para después’’. Dos cronopios resplandecientes entre la multitud
teñida de gris amargura. Dos, dos, un cronopio.
Un poema los delata, un abrazo y pisan la luna.
-‘’Un beso más, te lo
pido’’
-‘’Merci, mon amour’’
-‘’Te amo, no hay duda’’
Se perciben, se olfatean, se sonríen, se besan y va de
nuevo. Para quererse no hay orden, mucho menos freno.
La historia no termina, no tiene final, tiempo, ni espacio.
Solo son dos, precisando la eternidad.
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