sábado, 14 de marzo de 2015

Dos cronopios

Quien les escribe tiene particular afinidad con Cortázar y por ello, usará a ciertos personajes para explicar a grandes rasgos, lo inexplicable...

Eran dos cronopios complejos y con el alma henchida, que divagaban, caminaban y cantaban en un lugar que como el de Gómez, solo equivalía a un metro cuadrado de tierra, metro cuadrado que era más que suficiente para depositarse el uno al otro, cariño incalculable.
Pasaban horas, días, meses entre sonrisas, palabras, miradas y suspiros.

Entre los dos habitaba una inocencia demasiado marcada y ese poseerse sin dejarse de lado y sin poseerse a decir verdad, pues ella era de él, como él de ella sin ponerse un letrero de ''VENDIDO'' o de posesión irreductible, no eran necesarias las etiquetas, ni la divulgación a grito ardido de su amor, bastaba con que ellos sintieran, observaran y soñaran juntos (el resto del mundo se anulaba de inmediato).

Sus ojos (los de él) eran para ella como las estrellas gemelas de Leda, la expresión de estos traía consigo el resplandor de la primavera, sus labios se asemejaban al plácido confort que proporciona el algodón y ni hablar de su sabor, era indescriptible, irremediable, era todo y nada al mismo tiempo; al besarle, no le quedaba más remedio que aceptar su rendición.

Cuando él decidía recitarle o escribirle, ella se iluminaba y se fundían en ese ser uno donde hay dos cuerpos.
-Cronopios, después de todo.-  Pues no se puede considerarles humanos, porque la humanidad aún no está lista para asimilar el hecho de que dos almas se topen sin previo aviso y desde ese choque cósmico se fundan, y mucho menos entenderán que ya se amen; los cronopios lo entienden y eso es lo importante.
Resulta imposible no enamorarse, cuando los días se van entre miradas, rock, jazz y literatura.
¡¿QUIÉN PUEDE SER TAN TREMENDAMENTE INSENSIBLE PARA NO DEJARSE LLEVAR POR EL VIENTO ARRASADOR DEL SENTIR?!
-A esta altura seguramente usted piensa que quien escribe perdió la razón porque no hay cronopios en esta realidad que todos asumen correcta e irrefutable. Pues entre las probabilidades está que haya dejado junto con mis ganas de callar, la razón, allí sobre la mesa junto a mi cama, bajo los anteojos negros que solo uso cuando quiero ignorar al mundo y fijarme en mis letras.
Vaya decepción que se llevará tras comprender que esta historia es fruto del palpar lo impalpable y sentir lo desconocido en esta tierra de mortales sin sentido.-

Dos cronopios que se pasaban las tardes amándose como nadie, dos cronopios chiquitos, soñadores y cantantes, sonrientes bufones y parlanchines. Dos cronopios envueltos en versos, bajo el cielo cambiante y repleto de una rutina que se rompe en el intercambio astrológico que son sus ojos.
Dos que en realidad hacían uno.

-Que si Bessie, que si Coltrane.
Que si Tartini o Paganini
Que si Pappo, Rulo o Spinetta-
Cuestiones sin solución que buscaban respuesta en besos furtivos.

Dos cronopios, dos seres pequeñitos, dueños innegables de un espacio en donde cabía todo menos los prejuicios y las prohibiciones.
Ella y él, él y ella, tomados de la mano, pisando charcos, usando la hierba como edredón.

No sería conveniente preguntar sus nombres, sería como cortarles las alas y ellos desean volar fervientemente, volar en ese pedacito suyo de cielo, viendo la tierra sin afán de volver.
Dos cronopios, dos cronopios, el reloj marca las seis, ES HORA DE IRSE, -‘’Dame la mano, levántate’’. Dos cronopios un último beso,-‘’¿No ves que todo está al revés?’’. Dos cronopios, un jardín,-‘’Deja las preocupaciones para después’’. Dos cronopios resplandecientes entre la multitud teñida de gris amargura. Dos, dos, un cronopio.
Un poema los delata, un abrazo y pisan la luna.
 -‘’Un beso más, te lo pido’’
-‘’Merci, mon amour’’
-‘’Te amo, no hay duda’’
Se perciben, se olfatean, se sonríen, se besan y va de nuevo. Para quererse no hay orden, mucho menos freno.
La historia no termina, no tiene final, tiempo, ni espacio. Solo son dos, precisando la eternidad.






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