domingo, 22 de enero de 2017

Parcela literaria



Un hueco maléfico intempestivo en el vientre, las manos temblorosas y los nervios que la primera vez no trajo consigo.
Mirando las teclas del computador, recordando una máquina preciosa de escribir que las circunstancias llenaron de óxido en los 90´s...
SINESTESIA REPENTINA: Veo los colores de cada melodía y quiero transcribir su espesor pero no puedo, me regresa la coherencia tras una bofetada. 

Tomo café porque odio el mate y omito el cigarrillo porque el mal sabor de boca siempre lo llevo conmigo, cambio las bocanadas por la niebla que se posa en la ventana y hago un trueque entre las angustias y un piso tibiecito amaderado en el cual posarme. Intento contenerme por meses pero cuando creo que madurar es dejar de ver la vida como constante inspiración para alguna prosa que se vuelve poética porque no encasilla en un concurso de cuento o investigación científica, recibo una imagen repentina y algún impulso vital, que siempre estuvo pero dejó a mi ser fluir, dejó a mi cabeza estallar y llegar al punto de cambiar a Einaudi por el metal, de estrujar al desorden extasiante y no a la miserable rutina. 

Torpe, miedosa, con los pies descalzos y el alma henchida de sueños, arrastro mis huesos en busca de algún hacha que me destruya este punto vital, que es más bien un libro empolvado, de esos que no cualquiera conoce o disfruta, de esos que dicen "AINSI SOIT-IL" en lugar de "Amar o depender", de esos que me escupen y se carcajean en mi cara, mientras me desnudan de los complejos y me recuerdan que escribir no es una cosa que uno deja porque quiere, que mis caprichos a las letras no le importan y que entre la abogacía y el ajetreo, hay espacio para lo esencial. Los paréntesis no le pertenecen a la escritura sino al resto de la vida. ¿Cuándo he de entenderlo?. 

Tengo más años de los que aparento y busco que eso me afecte, me pesa el pasado y me amargo los días además del café. 

-¡Qué patética te ves siendo o pretendiendo ser indiferente a lo importante!-.

Recuerdo entonces cuando leí por primera vez algo "prohibido" e "inmoral" que ahora sé,no era más que verdad satanizada. Me retomo entre los pasillos de la biblioteca, pasando mi dedo por el costado de los libros hasta que alguno me atrajera por razones cósmicas, estornudando por el polvo y riendo sola de la vergüenza. Me veo nuevamente sentada en el parque observando a las parejas sintiendo que el amor no me había alcanzado pues yo era más ágil; me río porque años después comprendo, que uno ama lo que le apasiona y que amar no es una prostitución sino muchas cosas. 

Ya no tengo frío, se acabó el café pero no puedo levantarme más, una fuerza extraña me sujeta al teclado y me revuelve las ideas como si por cabeza tuviese una licuadora. Siento pasos y no me interesa, quizá sea algún personaje que viene a entrometerse o se tomaron la casa y no me van a dejar salir, quizá es Alejandra o los cosmonautas, o simplemente es la arena del libro de Borges, puede ser el gato sin ojo o el corazón delator. Quizá es Saki, Sade o Caicedo. A lo mejor es Arango o Jaramillo Escobar que me trae su método fácil y rápido para ser poeta,por si me interesa creer que lo soy. De pronto es Sartre o Castor. No, no, definitivamente, me detengo a escuchar... es el mundo que viene a sacudirme, la certeza marchándose y la vida despertándome del letargo.

No tengo radio pero se reproduce en el espacio la canción que no conozco.
No tengo alas pero vuelo, 
No tengo ganas, las invento.
Tengo pasado y casi nada de futuro.
Conservo los sueños, las pinturas.
Me guardo los temores,las historias, los besos.
Me llevo los aprendizajes, los días de mierda y cuchara, los mamarrachos, las coronas de papel de cigarrillo.
Canto las melodías inexistentes, los regalos de amor o sexo.
Declamo canciones de la vida profunda y algún otro poema mientras tanto.
Amo sin censura y soy mientras me encuentro sin buscarme.
No creo en la suerte pero tampoco dejo de hacerlo.
No voy a la iglesia, no me interesa, tampoco las espinacas,los canales nacionales, la música comercial o el fútbol.
Dejo la filantropía para otros y me divierto mientras puedo.
Transgredo la genética y la cobardía de Carlos.
Me quedo con las tetas, les regalo la fragilidad.
Soy mujer porque quiero, soy humana y huésped de cuerpo.
Soy viajera, lectora y obstinada.
Soy orgullosa, jodida e insensata.
Soy la sumatoria de mis errores, lunares, historias y alguna cualidad.
Me compongo de los libros que he leído y olvidado, las sonrisas incontables y la sal que proporcionan las lágrimas.

Soy más libros que vivencias, más sensibilidad que infierno.

Parcela literaria... Páginas en blanco...Dispersión...






-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.