martes, 25 de mayo de 2021

Francotiradores

Una honorable funcionaria pública de la ciudad de Pasto, considera oportuno pregonar a los cuatro vientos que la tranquilidad en este contexto de descontento social, está en traer a los francotiradores. Y yo, creo que sí, que tiene razón (parcialmente) y no es que me haya vuelto descarnada, sólo que la historia ha dicho que el ruido que hace el pueblo cuando está hambriento de pan y de justicia, aturde los oídos de los cómodos arribistas y, en efecto el silencio llega más rápido con las armas que con las libertades. 


¡Qué peligro oír a los siervos si se puede mejor desaparecerlos!

Terrorífico juego el de imaginar que se olvidan jerarquías y se ponen todos en el banco de los iguales. 


Vendrán los francotiradores, nos dispararán con sus artefactos, pero resistiremos y aún siendo restos corpóreos, derramaremos nuestros trozos como semillas y nacerán las flores más coloridas. 

Y, entonces, volverán los francotiradores mientras el viento nos mueve los pétalos, ya no podrán dispararnos y las raíces fijas al suelo, dirán: "De ideas no vive el hombre pero ¡qué lindo florecen!"



-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO


viernes, 14 de mayo de 2021

14 de mayo de 2021

Son las 11:30 de un 14 de mayo de 2021, el temor se asoma sonriente por la puerta y sobre los hombros recae todo el peso de los días. Aún no es media noche pero el frío se convierte en la división entre el pasado y el presente, dibujada con el mismo tinte rojo de la sangre. 

Caminan descalzos los sueños y el tempus fugit, se convierte en una promesa, porque el reloj se detiene, miserablemente se detiene, para alargar las angustias, hacer eco de los berridos, detenerse para mofarse y robarse el aliento que ya otros se habían llevado. 

Ningún orificio es escondite, ninguna noche es dormitable, ningún veneno es más potente que este líquido incesante de dureza y crueldad. No hay más espacio para el miedo pero cada día trae su afán y lo que ayer era impensable, cada mañana se convierte en una materialización inescrupulosa de Thanos. 

Me tiemblan las piernas, no siento las manos, nuevamente cincel y mazo aturden mi cabeza y mis quisquillosos quejidos, se tornan absurdos en este lugar. Soy mujer, aumenta el miedo y me abrigo bien para que no vengan los enemigos, esos verdes, que gritan "Dios y patria" mientras crucifican a su Mesías y masacran a quienes dicen proteger. 

Escribiría cualquier cosa y nada sería suficiente para retratar este panteón, esta fosa común en dónde cada lucha es un acercamiento al final y en donde la juventud es la desgracia en el marco de la revolución. 

lunes, 3 de mayo de 2021

...



Yo podría decir muchas cosas sobre la escritura: que me salvó y que no, por ejemplo. 


Podría decir que desde siempre, cualquier pulsión me arrojó a ese punto y sin embargo, no creí que podía excavar con la pala del verbo. 


Muchas veces escribí por no llorar, escribí por no gritar, escribí por no morir y al final, sentí que había hecho una recopilación de mi vida carente de todo sentido porque sí, porque no y por si acaso y entonces, la adultez me estrechó entre sus brazos y me ví tan absurda que dejé de hacer lo que era una realidad dentro de un sueño futuro. 


Cuando estuve sola me aferré a esas letras y cuando las solté ya no supe cómo llevarme, cómo abrigarme, cómo mantenerme y aunque sentí que no podía hacerlo más, hay cosas que no pueden evadirse.


No sé cuántos impulsos más me vayan a atacar,no sé si alguna vez voy a poder hacerlo sin miedo, no sé cuándo van a dejar de importarme las formas y no sé si alguna vez habrá combustible suficiente para arder sin dejar rastro en el papel. 


Ojalá esto fuese una cuestión de tres frases y ojalá no se tratase de algo que tengo más inmerso en mí que mi propio ser. Ojalá no fuese un recurso a mi ansiedad, a mi inseguridad, a mi incapacidad de ver más allá de mis propias cadenas. 


Vuelvo al punto: escribir me salvó de morir y no, me salvó de vivir y no. 


Hoy que este país está tan desangrado, que mueren a diario personas y que el gobierno se venda los ojos y ata sus manos a propósito en un afán de parecer amordazado por externos, me parece más que necesario hablar, porque no es sino el dolor, la mella, la cicatriz, el inconformismo, lo que da sentido a expresarse y no es la pausa otra cosa que la complicidad.




-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.

sábado, 1 de mayo de 2021

Una imagen dice más que mil palabras.

 

Los gritos desgarrados de una mujer, retumban en los oídos, más fuerte que los tiros de los invasores y su llanto, detiene los minutos de quienes creyeron que el afán los alcanzaba.

¿Habrá Sido el gas lacrimógeno? No, a Tere no la amedrenta el Bromuro de Bencilo, pues es resistente a todo. Cada día sale de su residencia en Manizales a buscar la manera de sobrevivir por su familia y en especial, por su hijo Julián, quien tiene una discapacidad y a quien pese a la edad de su madre, deben cargar cuando se trata de subirse al transporte público. Esta mujer, camina al ritmo de la silla de ruedas de su hijo y como si de una heroína de DC o Marvel se tratase, con su armadura, atraviesa lluvia, viento y circunstancias.

Parece una historia más de las Miles en Colombia pero gracias a Sebastián Correa, un estudiante de diseño visual de la Universidad de Caldas se visibilizó en medio del paro propiciado en contra de la reforma tributaria de Iván Duque Márquez.




Una madre da la vida por sus hijos y el amor es amor cuando se enfrenta a las adversidades sin una mella en el sentimiento pero en este país ya no cabe romantizar la miseria, ni enmarcar esta imagen sólo como símbolo de lo que es: valentía y resiliencia. Más vale, a partir de ella, reflexionar sobre el páuperrimo "don" de vivir en Colombia, el precario paso de la nacionalidad y la angustia cotidiana de pertenecer a esta tierra que por más abono que le demos, sigue siendo infértil.

Tere representa a millones de personas que deben y debemos luchar contra un gobierno autoritario, incapaz de organizar las prioridades y de pensar en social. ¿Tere tiene la misma constitución que los senadores? u ¿otras versiones la cobijan?

Yo me pregunto: ¿El discurso de la igualdad se pudo alguna vez sostener en el asta de la bandera? y ¿alguna vez el himno no fue tétrico?
Parece que la única función de los tradicionales cantos de cada región es ser banda sonora de los injustos golpes de la maldad, de los gritos enardecidos, de las mesas vacías, la inocencia robada, del fuego abrasando los cuerpos. Parece que la Colombianidad es un contrato con letras pequeñas que en su contenido pregonan las más terribles consecuencias.

Tere me recuerda que a este país le sobran mártires, le sobran ignorados y le faltan respuestas. Quizá por eso, en medio de una pandemia, los colombianos cansados de narrar historias dónde el protagonista es el miedo, decidimos enfrentarlo todo por la dignidad que nos fue vetada con el discurso tiránico del silencio.


 -ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO