sábado, 31 de julio de 2021

SOLILOQUIO

  


Como en un dibujo en perspectiva de Ever Astudillo, donde la oscuridad no encuentra fin, me pregunto si ¿cabe un alma en el hueco de la gota que se arrastra por la mejilla sucia que invade el desconcierto? Entre los abismos del silencio busco respuestas y en la orfandad de la palabra, me encuentro, empuño la faca profana del verbo y rasgo las vestiduras de mis prejuicios, pretendiendo hacer lo insofismable. 

 

Sé que en la resurrección está mi viacrusis, pero no hablo de religiones, sino de laberintos y sollozos, pues, siempre haré poemas porque las sucesivas desdichas me han corroído, hendida de miedo me he enredado, abrazando la nada, mientras en esta parsimonia del tiempo, he estado cerca del fuego y la poiesis ha alejado mis carnes del consumo y las brasas. 

 

Veo en la boca del cielo y el vacío, que no existen verdades y, a pesar de mí misma, me des-poseo, ya nunca soy sólo tacto, olfato, oído; ¡siempre palabra tímida!, desconociendo en cuántas prosas se pierden los discursos métricos del miedo. 



-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO

La gota

 

Las calles se inundan y retumban los gritos de quienes eran mudos – ¡increíble hazaña! -.

Vibran los sueños más allá de los seísmos y se esconde el miedo porque ha salido estruendosa la valentía. Mas la fuerza es poca y la brevedad del arte solloza bajo el rugir de las balas que lanzan indiscriminadamente los uniformados enemigos.

-Una gota roja, densa, caliente, me pega en la cara y me abraza la historia que cuentan los días-.


El reflejo del agua, no recuerda ya a Narciso, sino al brillo de esos ojos que padecieron tras la crudeza, la enucleación. Ya el néctar blanco no acompaña al café sino a la calma que se roba la asfixia causada en las selvas urbanas, mientras corren los “profanos”.


-La gota roja sigue bajando y se funde con la sal que mi lado izquierdo arroja -.


Ya NO hay pureza en la mezcla entre la vida y la lucha, pues no cantan igual los pájaros, no sonríen más los niños y son coraza, las latas de metal que desnudaron los barriles para cubrir las pieles huérfanas de los valientes en la línea 1 del pueblo. 

Las madres no volvieron a dormir tranquilas y su zozobra sacudió las nubes más que los mismos vientos, sin embargo, entre plegarias, tejieron banderas con telas maltrechas y ondearon su esperanza por el regreso.

La gota sigue en el rostro estupefacto de ver este recinto terrorífico donde gobernó el olvido. Baja por mi cuello y me aprieta fuerte –quién sabe de qué forma-, se roba la respiración que por privilegio aún tengo y en medio la inhalación ruidosa, la piel morada, como revelación, aborda la idea de que lo que antes era tierra, hoy lo “abona” el veneno, los valles más hermosos se han vuelto panteones anónimos y la navegación interior de los ríos es hecha por cuerpos helados. Las cabezas han rodado –sin metáforas- y las fronteras se han cerrado para empezar el juego del Darwinismo más nefasto, con las fichas irredentas que hoy decidieron patalear más allá del tablero.

La gota roja está en mi pecho, ha trazado lentamente el camino hacia el corazón y no sé si comienzo a desvariar siguiendo el rastro de este rojo ajeno, pero entre tantos aullidos y el gas que tal vez nubla un poco el pensamiento, descubro que las sádicas imposiciones, las grietas, las desgarraduras, han revelado la nueva cara de la historia y mi garganta viva grita, aunque las piernas tiemblen, porque la lucha continúa. No habrá más castigo para los justos, no más miseria para los olvidados, no hallarán más soledades en esta patria que comienza a ser nuestra y aún amordazados con las cuerdas estrangulando manos, pies y sueños, perduramos; pues la afasia que los dirigentes inventaron en nosotros, se disolverá con las pruebas indelebles de la resistencia desde el verso, el pincel, el performance, la armonía y el eco de los pasos descalzos de los oprimidos.




-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO

miércoles, 28 de julio de 2021

sábado, 24 de julio de 2021

 

Las nostalgias siempre empiezan con el frío y un café, cuestión que aunque trillada, sucede en este mi espacio, donde no puedo contabilizar cuantas veces he hablado de tristeza y cuántas, por ende, las letras han girado en torno a ello. Sin embargo, pasa, como pasan los días porque no ha existido en mi mundo una maquinaria tan potente como esa, pues, si de algo soy profeta, es de esta soledad abrumadora, que me desborda el alma con mucha frecuencia, mientras finjo que puedo sostenerme de pie con la misma dureza que un árbol vetusto con grandes raíces, siendo apenas un tímido diente de león en una ventisca.


No conozco de ninguna eternidad más que la de esta -ya no inesperada- desolación.


¿Es acaso mi "destino" no habitar otra estación que ésta de -0° con 833 melodías en saxofón?