martes, 26 de octubre de 2021
ME MUDO
viernes, 22 de octubre de 2021
martes, 12 de octubre de 2021
LADRONES
Este texto se ha escrito para repudiar el miserable discurso del terror que sigue permeando a Colombia en sus haberes y, sobre todo, para conmemorar a los dos jóvenes de 12 y 18 años del Tibú (Norte de Santander), que fueron cruelmente señalados, humillados y asesinados por robar comida en un supermercado, olvidando los contextos, las realidades sociales, la infancia que se pierde cuando la oportunidad no toca la puerta y olvidando que, este país no necesita más muertos, ni venganzas.
-No es una representación fidedigna de la vida y situación de los mismos pero surge de dicho suceso-.
...
Una vela ilumina la triste casa. La vaciedad de una nevera descompuesta, se asemeja bastante a la historia de esta vida.
¿Para qué sirve ser niño si no se puede contar los días para ir al colegio, jugar pelota o ver televisión?, ¿para qué? si duele la panza porque pica el hambre, zumban los oídos porque los hermanos lloran y, el corazón se perfora con cada gota salada que derrama una madre desesperada.
No queda más que buscar soluciones: ponerse la camiseta de la adultez torcida y buscar a un amigo que sabe desde los 7 cómo es la movida. Correr al supermercado, robarse un atún, una libra de arroz, una bolsa con leche; huir.
Todo en orden, hasta que la dueña los ve, llama al marido, el marido a los vecinos, los vecinos traen armas y cuerdas. Gritan, reprenden, amarran e inscriben el título de "ladrones" en sus cuerpos escuálidos.
Asalta el miedo, desplaza las sombras del hogar y se abre espacio la fe -que jamás estuvo- en cualquier dios (mientras sirva). Pero como es usual, no basta y la misericordia se le olvida al señor de los cielos, quien en su benigna labor, dicta: que sean arrastrados y que, las palabras más incomprensibles les sean lanzadas, para posteriormente, pedirles que se pongan de rodillas, para decir una última plegaria que acompañe como banda sonora al recorrido de dos tiros, que habrán de hospedarse en sus sesos y, la sangre insistente recordará al lodo mojado sobre el que cae, que ellos, fueron humanos también.
Todos reirán, no faltará ningún artículo en la tienda y de paso, agradecerán los muertos, pues, el hambre acabó.
-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.
jueves, 7 de octubre de 2021
Los adioses representan casi siempre un desprendimiento, un crujir del alma, un sacudirse las entrañas y desbordar nostalgia por los ojos.
No sé si las metáforas sirvan para representarlo pero se parece muy poco al desapego de una hoja que estaba muy fija en su árbol madre. Porque la naturaleza es más predecible que la inconstancia humana y la mano que hoy nos sujeta fuerte en un afán de retenernos, muchas veces -cuando el olor de las flores en primavera se convierta en putrefacción-, será la misma que nos empujé hacia el vacío del infortunio.
Los adioses caben en los dientes de león que se pretenden eternos, antes de la caricia de cualquier viento. Los adioses y las despedidas son craqueladuras sin consciencia artística, en la pintura del tiempo; las poesías amatorias, son barniz, pincel y agua.
Nunca estaré en el lado leve de la comprensión vital, porque la sensiblería me invade los poros y las marcescencias me devienen con frecuencia, pero, si con cada sabor de lágrima, me seco de la indiferente cotidianidad, he de seguir ocupando el espacio de cualquier nota en el Etude Op. 10 No. 3 de Chopin.
-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO