Hundo mi dedo índice en el centro de la esfera creada con la
masa que contiene los 4 elementos, lo hundo con fuerza, cerrando los ojos e
imaginando que se trata de los intersticios de su cuerpo, como si la humedad
de su sexo se inmiscuyera y su ausencia fuese ilusión. Modelo despacio lo que
más que vasija es carne y deseo cobrizo para mi avidez por y de ella. Me
encuentro en el punto exacto entre la abstinencia y el tedio. Quiero adueñarme
de las más infames perversiones y materializarlas en el lienzo de su cuerpo.
Quiero arrancarle las bragas y verterle vino en medio de su pecho, pero nunca
estuvo. Me obsesioné con cada parte de su
cuerpo. Sus imperfecciones me enseñaron la divinidad más humana imaginable.
Mis manos calientes secan la arcilla y con brusquedad
destruyo las formaciones genitales para rehacerlo todo y en un lapso de mierda
abrir los ojos solo y abyecto, lanzando la masa contra la pared y recibiendo burlas
existenciales.
“Un viejo caliente y un kilo de arcilla”-jamás vi algo tan
absurdo. Aunque lo absurdo era estar
leyendo en las noches el libro de García Márquez con quien por cierto tuve una
terrible relación. El engreído ese me dijo un día que sus escritos sólo eran
para sabidos y que por eso no me agradaban. ¿Para sabidos?. Que no me haga reír que como novelista es buen
cronista y con razón. Lo leo y maldigo al doctor Urbino y al destino por
traerlo a este instante. Quisiera decirle “Pendeja” mientras veo su cuerpo inerte
pero ni eso tengo.
-Abismos de la alteración psíquica-.
El ensimismamiento, me obliga a dar vueltas por pasiones
elementales, a hacer canje de realidades, a repartir soledades como si de un
juego se tratase.
...
...
La sueño empapada tras una tormenta, temblando, arrojándose
a mis brazos para seducirme con sus pezones erectos que se asoman por su
camisa, que es mía pero se ve mejor sobre ella.
Su sombra infame me persigue.
-Agonía de éxtasis erótico y sentimental-.
-Agonía de éxtasis erótico y sentimental-.
Casandra (que no existe), se mezcla con el polvo de la
figura destruida en el suelo torpemente entre mis festivales masturbativos.
Pienso que busco excusas para sentirla y crearla, entre arcilla, humo de
cigarrillo, aire, ojeras de adicto, ajonjolí, poesía, vinagre de manzana, pan quemado,
noche, navaja, canción, tierra, arte, melancolía.
...
...
Su eternidad en mí, el maleficio de su cuerpo posándose en
mis muslos, secreteando, ofreciendo café en la madrugada y olvido sin llegada o
despedida.
Casandra, la que no existe, me habita y es yo, que soy ella
porque me perdí inventándola.