domingo, 2 de junio de 2019

ESTERILIZACIÓN: MI HISTORIA


Siempre supe que mi camino no era el de procrear, los instintos maternales no nacieron conmigo y mis prioridades siempre se guiaron por la academia. Cada día que pasaba era más reacia al llanto, los pañales, el estrés, los colegios, las niñeras, las compotas y tenía más claro que mi decisión era inamovible.

Cuando comencé a planificar tenía 17 años, primero fueron inyecciones y algunas pastillas del día después por la estupidez.

Después asistí a un centro muy "confiable" en mi país: PROFAMILIA, esperando orientación que había recibido en mi casa porque mi madre siempre fue muy clara y abierta, pero con mayor especificidad. Buscando desde ese entonces algo definitivo para no tener hijos.

Dijeron que era muy pequeña para decidir, y tras un sermón moral de dos horas que me desesperó, escogí la pila "Jadelle" por 5 años (gravísimo error para la salud), práctico para mis fines de no procrear. 

Cuando ya era mayor de edad, volví a solicitar al mismo lugar 'confiable", la cirugía, pagué por particular, volvieron a sermonearme en cada momento posible, pero accedieron tras mi pago.

Me revisaron enfermeras, anestesióloga y el doctor para el 17 operarme.

Pero, el 17 de Diciembre de 2017, fue el día más frustrante, me intervinieron y cuando desperté de la anestesia resulta que la cirugía falló porque casi perforan una arteria, al hacer laparoscopia, lo cual fue completamente estúpido, teniendo en cuenta que supuestamente el doctor había revisado previamente mis condiciones. Pataleé, lloré, me quejé, pero todo fue infructuoso, porque ni siquiera me devolvieron mi dinero puesto que "Ya habían gastado en quirófano y anestesia". Tras algunos días emitieron respuesta formal y argumentaron que hicieron todo bien pero que no era su culpa el resultado y que deseaban que siguiera contando con ellos. 

Pfffff.

Mis ganas cada vez eran mayores pero mi desesperación y mi decepción también. Sin embargo no me rendí, acudí a la EPS quién jamás me dió una cita ni con el médico general y cuyas enfermeras al remitirme, se burlaron en mi cara, diciendo que me remitían pero que el doctor no iba a aceptar. ¡Menos mal!.


Finalmente fui donde mi ginecólogo de cabecera, quién es un ser muy conservador, me hizo varios estudios y concluyó que la pila (método anticonceptivo que en mi caso, tiene carga hormonal para 5 años), había causado estragos además de los que ya yo percibía (acné, inflamación, periodos demasiado irregulares que fluctuaban en su duración entre 15 días y un mes, dolores insoportables, hemorragias,meses sin menstruar), puesto que además me había causado un quiste de un tamaño alarmante que si llegaba incluso a simplemente saltar, podía moverse y matarme. Decidió hacer primero este tratamiento y por varios meses tuve que tomar MÁS métodos anticonceptivos para deshacer el quiste, lo cual duplicó mis malestares, aunque en primera instancia hizo desaparecer el quiste. 

Cuando ya estábamos listos, le hablé de nuevo de mi afán por operarme y me aconsejó que no lo hiciera, que a su consultorio iban muchas mujeres arrepentidas, buscando cirugías para revertir el aquí llamado "Pomeroy" (corte y cauterización de las trompas de falopio). Yo insistí en que mi decisión no era declinable, me dijo que lo pensara, que mejor me pusiera otro método sin carga hormonal que me dudaría 7 años, llamado "Mirena". 

Dije nuevamente que no me interesaban cosas reversibles, me dió la orden para los exámenes de sangre y me dijo, vuelva después con la mente más clara. 

Casi un año después regresé, porque al fin estaba en vacaciones y fui con los exámenes, intentó de nuevo convencerme e incluso dijo que entonces haría la cirugía de una manera en que pudiera revertirse, y le dije que "NO". Finalmente analizó los exámenes, ya todo estaba aparentemente bien,me dijo que si no había vuelta de hoja, firmara la historia y el consentimiento informado, sin embargo, en una esquina también hizo firmar a mí madre como responsable, lo cual me enojó debido a que a mis 22 años, es una burla.  Pero tenía tan pocas ganas de fracasar, que la miré con sorpresa, ella sólo sonrió y dijo que era por su conservador carácter, y salimos esperando su llamada para la confirmación de la fecha y la hora. 

Lo llamé por varios días y siempre tenía una excusa, comencé a creer que de nuevo mi sueño de vería truncado. Hasta que un día llamó su secretaria, dándome detalles de la intervención que sería en dos días y yo temblaba de la dicha, aunque estaba llena de miedo por los fracasos anteriores. 

Llegó el día tan esperado, 1 de Junio, por fin, intervenida, libre, feliz. 

Y hoy, puedo decir que aún en mi cama, con mucho dolor, todo este trayecto valió la pena. 


Y que aunque en todo ese transcurrir, compañeros, conocidos, familiares, enfermeras, anestesiólogos, cirujanos, dijeron que estaba loca y era inmadura, eso nunca me detuvo y menos mal tengo a mi madre que siempre apoya mis decisiones. 

Puedo decir que fue largo el camino y lleno de obstáculos pero lo logré y no estoy arrepentida, mientras seis niños nacieron el mismo día de mi intervención, llorando en mis oídos, menos dudaba.


Ahora bien, me permito decir que por estigmatizados que puedan estar, luchen por sus sueños, por sus decisiones, por su convicción. Y los éxitos vendrán sin más.