domingo, 25 de octubre de 2020

DISIDENCIA

 Yo podría decir que el tiempo en efecto existe y que hago falsas cuentas, mientras me atropellan los afanes, la ansiedad y la desesperación. Podría incluso pretender abarcar lo inabarcable y describir en tres frases lo que asumo sentir mientras siento que no alcanza y entonces, suenan las canciones, estruendosas se asoman las gotas a la ventana entreabierta y se inunda de a pocos -con la pasividad de la nostalgia- el cuarto. 


Observo al oriente y asumo que podría decir “hola” mas el eco reproducir un “adiós”, podría decir “anhelo” y este enrollarse en cualquier esquina para volcarse como si de un vehículo sobrecargado se tratase - ¿porque qué es más el alma que un recipiente saturado?, ¿qué hay más que un tránsito de emociones, pasajeras inconstantes?-.


Inventaría, por ejemplo, que las piernas no me tiemblan cuando hablas o que no ansío la paz que pintan los soldados de tu brazo. Miserablemente pronunciaría palabras que retumben indiferencia, mientras el cerebro estalla mil poemas y diez tangos. 


“Disidencia” -dices cada vez que sonríes, desbaratando los dogmas de la cordura. “Disidencia” digo cada vez que descubro en ese gesto simple, 1997 razones para bajar los cuadros grises de las paredes de mi ser y, cambiarlos por obras de Van Gogh y hojitas que van desmembrando los libros que leemos 

 


Las fibras quietas de mi corpórea existencia se llenan de las revoluciones más intransigentes que tu caminar radiante suscita.






-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.


sábado, 27 de junio de 2020

Losing my religion



Lo veo pasar y siento un estrujar del espacio y me hospedo más cerca de su esfera vital, como con afán insano de transgredirla, perdiendo la sensatez que creía conservar luego de tantos errores.

Losing My religion dice la canción, mientras reafirmo en este inconstante revolcar de sensaciones que no existen más certezas que las que ni siquiera se han creado y que quisiera aferrarme con fuerza a ese abrazo que nos dimos y a la promesa de un encontrarnos en una sola estación de placer.



-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO

Adiós a la cáscara de lo infinito




<<Chrysalis>> - Welder Wings.




Si muero (antes, después o justo a tiempo), en el ejercicio entre el fuego y la carne, se abrirán paso las verdades y gritarán en medio del humo espeso, que "¡se va la cáscara de lo infinito!" y vendrán las cenizas que separan un lado del otro.

Y entre las cajas infames del tiempo, que hospedan los restos de una humanidad ultrajada, se irá el discurso del nadaísmo y el 'he vivido', 'he amado', será marca en lo visible de la cripta.

Entenderé entonces que viéndolo todo desde la inmediatez de la circunstancia, 'he vivido', 'he amado', he Sido, he encontrado, he cantado e incluso, me he atrevido a escribir estas líneas como si versar la existencia con una inocencia ciega, me estuviese permitido.







-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.

martes, 9 de junio de 2020

Seísmo a las 12:00


Poema para el "III ENCUENTRO INTERNACIONAL DE POETAS : MUJERES EN LA LUZ DE LA PALABRA". 

Junio de 2020. 


lunes, 30 de marzo de 2020

Reflexión para cualquier día de Marzo de 2020.



Me he puesto a pensar mientras me ataca la migraña, en esas cosas que llegan cuando es mejor evadirlo todo y, he encontrado lo que siempre, mientras la vista se me nubla y me siento impotente. 
Nadie está tranquilo, vivimos en una estación de nostalgia, de pánico e incertidumbre. ¿Pero me pregunto si realmente no es esto lo que a diario debería sentirse sin necesidad de una Pandemia?, ¿acaso no somos azotados día tras día por un sinnúmero de desgracias?.  Tal vez, mas nada hay más incómodo que ser forzado a abrir los ojos -y aquí me remito a una escena de la Naranja Mecánica-, nada hay más frustrante que hallarse en cuatro paredes, sin más suelo que el que se pisa, y sin embargo, perduran los rencores, el tedio, la desidia, y simplemente trasladamos nuestros cuerpos al sofá mientras habitamos un mundo mucho más grande y menos cálido, que aunque nos acerca, nos vuelve más dispensables los abrazos, cosa que es gravísima en una raza que necesita más afabilidad que nunca antes.

En tiempos como éstos el verdadero virus no es la enfermedad infecciosa, sino la humanidad en su punto crítico, que no visualiza los daños, que no siente sino que inhibe, que no quiere pero mata, que no escucha ni oye, que no canta, ni corre, ni vuela, ni fantasea, ni siquiera se queda en casa. 

Un poco de miedo, hace falta y no, porque ni siquiera el mismo punto de inflexión nos lleva a barruntar y ni siquiera la sangre que corre, las manos que ayudan, la ansiedad que nos desborda, nos hace vibrar. Ni siquiera cruzar las fronteras basta en este tiempo sin relojes. 

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Olvidamos los días de infancia, en los cuales jugábamos al escondite o a construir castillos con las sábanas de la cama, olvidamos los cuentos, las historias, la vida que estaba más allá de lo banal y hoy que tenemos todo o nada, ninguna de las dos cosas basta para estar en paz. Y nada es suficiente, nada es menos tortuoso cuando la quietud corroe los rincones. 


Este instante, no nos sacude y seguimos esperando que la puerta se abra y vuelvan a marchar las manecillas del reloj para retomar la vida mezquina que nos traslada de un punto a otro por cualquier inercia. 


Toda la serie "Demoliciones" de Fernell Franco cobra sentido.
Vuelvo a la migraña, tiemblo de rabia y la desesperanza que siempre me acompaña, incrementa segundo tras segundo.




-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO