Empieza el caos; son las tres,
las tres de la tarde, el sol llega de frente, llega a joderme con su estúpido
brillo, con su peculiar aspecto.
Apenas ha pasado un minuto y ha
cambiado el latir, se ha acelerado, aumenta como los recuerdos, esos que flotan
en esta habitación, que se cuelan entre las rendijas, entres mis ganas de
salir.
La eterna enamorada del viento, ésa
era, esa solía ser. Ahora me conformo con respirar.
Este escrito se torna, nótelo
usted, amargo, como el café que él solía tomar, lo conozco y sé que anda
vagando, que se asombra con cualquier ridiculez, y no deje de captar, apreciar.
Sé que estoy harta de esta rutina.
No hay cosa más absurda que
andar, andar por ahí, por esos lugares que juntos recorrimos, el problema no
está en ir sola, el problema está, en que, siempre me persigue él, con su audacia.
Podría llenarme de alcohol, podría
ahogarme en llanto, partirme en versos, escudriñarme en las vidrieras, pero me
rehúso. Cuento 1,2.. Oh! No, son las tres más un cuarto; Llegó y dejé de soñar,
me volví una idiota. El amor frágil se tornaba.
Se fugó lo incierto, no había
chispa. Me cansé de buscar, de querer hallar. Erótico, errante, patético,
ramero.
Satisfacción, placer, frustración,
desolación. Mera contradicción.
No creo que exista desgracia
semejante, complicidad, o querer distante, tan distante.
Esta con ella. Siendo realista,
solo.
Yo, vivo con sus recuerdos, su
sombra, y ese, el compás del palpitar. ¿Dónde encontraré yo, otro igual. Con
iguales emociones, canciones, sensaciones, acordes de guitarra y mirada tan
indiferente?.
Odio tomar el bus, retomo ese
capítulo, ‘infección’, lo retomo, lo solidifico, me enveneno imparablemente de
él, es evidente.
Quizá no debí deambular por esos
lugares, vacíos, oscuros, que solo me llenaban de ansías, por correr a él, a
sus brazos, a su maldita presencia. Muchacho inepto, amargado. Ni hablar de las
ganas inmensas de besarlo, es que no son ni las cuatro y comienzo a desvariar. No
lo puedo evitar, Acto fatal!. Qué ganas de morderlo, de mirarlo, mientras le
digo, que lo deseo, que lo quiero mío, aunque eso para él no tenga validez.
Maravilloso, el día en que lo
conocí, en que cruzamos miradas, más que cualquier otra cosa. Arrepintiéndome
no gano nada; Qué carajos yo lo quise como a nadie.
Y retomo tras este relato esos, esos
instantes llenos de lujuria, ambos jadeábamos, no existía nada más, él y yo,
juntos en la oscuridad. Y qué me
importaba la política, la ciencia, la cultura, si estaba junto a él?. Quién iba
a pensar que luego sería la amargura intacta de lo efímero. Me hizo tan cínica,
tan irónica, tan sin sentido.
Infinidad de páginas hipotéticas,
para evadir escribir las auténticas. Amor esporádico, Imborrable, poco cuerdo,
extraño.
Estaba con los trabajos encima, había
exámenes al día siguiente, Y qué mierda iba eso ha importar? Me perdía cuando
le besaba la sonrisa.
Íbamos a cine, comentábamos,
criticábamos. Nadie se atrevía a callarnos, al fin y al cabo, él y yo, éramos
dos jóvenes amargados y diciendo la verdad.
Siempre queríamos ver Sherlock
Holmes, pero nunca, lo lográbamos. Comenzábamos a verla y nos perdíamos, nos
perdíamos en el calor de nuestros cuerpos.
Éramos amigos, planeábamos un
sinfín de cosas, no las llevamos a cabo. Él un estratega, yo, una mujer de
armas tomar.
No recuerdo exactamente, las
veces, las malditas veces en que iba a
su casa, y esperaba, esperaba que abriera, que me abrazara al verme. Me decía a
mí misma, siempre la misma vaina: ‘Esta es la última vez que toco’. Y antes de
terminar de refunfuñar, se asomaba el brillo de su sonrisa, por la puerta. No
le niego, estimado lector, que siempre me enredaba la cabeza, que siempre me
imaginaba lanzándome encima suyo, sin importarme un carajo, quién estuviera adentro.
Toc toc toc –Abre al fin- sonríe,
me mira y el mundo se da vuelta, el puto mundo se pone de cabeza. Me enferma y
me llena al mismo tiempo, extraño suceso.
Su ponzoñosa alma, llena de
filosofía y cultura, me hastiaba. Yo, no estaba harta de conocimiento, ni más
faltaba, sino de su fatídica personalidad. Él se creía impune a cualquier tipo
de sentimiento relacionado con el amor, Ah! Pero claro, si él decía que el amor
era locura, era alboroto de hormonas, que se lo cobraban a uno al final, que
estaba en la mente, como dios, pero que no existía. Y no miento, concordaba en
ciertos aspectos, con él, eso de amar no es cosa distinta a un despelote
hormonal, que pasa y lo deja a uno metafísicamente jodido, desbaratado.
Esperaba a cada instante el
llamado, ese del placer, ese del desenfreno, ese del sábado en la noche, copa
en mano, fuera de casa, con las palpitaciones al mil por ciento.
Otra vez, aquí, fatídica, tan
desenfrenada.
Estaba ese el propio túnel, ese
de piel y sexo, de perfumes y música extraña, eran insectos solitarios.
No es, él, más que un rebullicio,
uno de esos accidentes, que están destinados, destinados a ser prodigios.
De pronto, le conozco, me conoce,
es extraño, reconocernos, reconocernos y sentir el mismo puñal, que se clava
tan profundo. Mi mente no está bien, vislumbro un poco de locura, cansada de
jueguitos locos, despierta, odio los sueños, esos llenos de él.
La gente, es la misma, estúpida,
constante, conformista ¡CANIBALISMO ETÉREO!. Se comen entre sí, para
sobrevivir.
Se comen, se acaban para seguir, No
por hambre, sino por apariencias. No hay luz, ni ecos, ni orillas, solo sangre,
silencios y lentitud en las esquinas.
Había desnudez abierta , goteaban
las preguntas, No había estrellas, Todo era transparente. No reaccionan, son
más de las cinco. No hay idiomas, ni sombras, ni ruido.
Mis ideas se disecaron en la
soberanía de su voz, Y traté, lo juro, de hallarle entre cuatro paredes, pero
me quedé quieta, estancada. El poder del desenfreno, ataca de nuevo, Beso
prófugo, no le detengo. Presiento otro adiós. Pero, ¿cómo es eso posible?,
acaba de llegar. Y bueno, qué más da, llegará el momento de despertar. En este
mar de gente, es infeliz cualquiera, simulando radiante alegría, mientras la
guerra se extendía.
Quizá lea usted esto y parezca no
tener relación, conexión. Quizá no la tenga. Quizá va más allá de la realidad.
Y está claro, ahora se va, cuando
ha extraído todo de mí. Cuándo se ha secado el flujo, ése del sentir.
Luego de habernos conocido, de
haber juntado nuestros cuerpos, de haberlos exprimido al tiempo, esperando
amaneceres, atardeceres, y a veces sin esperar nada, a decir verdad.
Él, con su nombre de cinco
letras, me cambiaba el mundo. Yo le ví, le inventé, le besé, Le mentí, me fundí
en su ser.
Tiene esa mala costumbre, esa de
desordenar todo a su paso, mi mente es clave ejemplo de ello. No pregunte usted
más Ya quiero terminar. No más palabras. Este parece ser el final.
Ah!!! No no no, espere usted, antes de ello, debo confesar que muero porque
me hable. Hábleme, míreme, Absurda, patética, caída. Me estruja, me tira, me
besa. Impacto, angustia, recuerdos.
-¡Él, él y yo, CAÓTICO.!-
-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.