martes, 3 de agosto de 2021

AGOSTO 3

 

Quiero creer que deambulaba siendo una semilla de diente de león y que el viento me arrojo con un curso y un sentido, hace 24 años sobre esta tierra. Mientras tanto, voy creyendo que puedo escribir las cosas que me place, con una inocencia absurda, que me permite sentir que quizá, alguien me lee y se ve en lo que digo. 

...


Esta es una carta a mí misma, hoy 3 de agosto, porque nunca me escribo más que los pesares y el ejercicio de la ceguera, se me da mejor hacia adentro. Y porque además, he descubierto que no hay nada más valioso que la introspección -aunque con frecuencia es un arma de doble filo-.


Comienzo diciendo:


No, no eres las cosas insignificantes, imperceptibles, que crees que eres. Que el tiempo va deprisa pero tú tienes el mando y determinas si esa fuerza, te arrastra o te impulsa. Que sí, que ha dolido el paso al que muchos llaman destino, que sí, ha sido difícil, oscuro  e insípido, ha sido cansado, desagradecido pero en tu corazón, siempre está encendida la llama que sale de la mecha de la vela blanca que jamás se consume, que eso te abriga, te alumbra y señala en la pared, el reflejo de algo más grande que vendrá. 


Quiero decirte que has sido fuerte, que has sabido sobreponerte, que no importa nada más que saber que fuiste fiel a tus convicciones y que no debes sentirte culpable por cosas que estaban fuera del alcance de tus manos, porque tu alma debe ser el recipiente de tus sueños, no de tus temores. Ojalá pudiera abrirte los ojos definitivamente y hacerte ver el mundo de una forma menos tenebrosa, pero los trazos que han dejado los pintores abstractos de tu paso han sido hechos con tinta indeleble y quizá no puedan borrarse, pero pueden ser objeto de deconstrucciones y transformaciones. 

Yo sé que no se te da bien el confiar en ti pero nadie puede sentir lo que tú, ver lo que tú, ser lo que tú y eso, hace que el afortunado suceso de la existencia, merezca vivirse en el tono en que te parezca, leerse en el ritmo que te guste, asumiendo incluso que, no hay puntuación en la vida como si de un libro de Saramago se tratase.


Así pues, termino esto que no puede tener ningún nombre, como Thot en el exorcismo de las letras y te recuerdo que no hay ningún verdugo que sea más cruel que tú.


Te invito a sentir que los pétalos de las flores y su olor en primavera, son metáfora constante de tu vida de ahora en adelante.