domingo, 25 de octubre de 2020

DISIDENCIA

 Yo podría decir que el tiempo en efecto existe y que hago falsas cuentas, mientras me atropellan los afanes, la ansiedad y la desesperación. Podría incluso pretender abarcar lo inabarcable y describir en tres frases lo que asumo sentir mientras siento que no alcanza y entonces, suenan las canciones, estruendosas se asoman las gotas a la ventana entreabierta y se inunda de a pocos -con la pasividad de la nostalgia- el cuarto. 


Observo al oriente y asumo que podría decir “hola” mas el eco reproducir un “adiós”, podría decir “anhelo” y este enrollarse en cualquier esquina para volcarse como si de un vehículo sobrecargado se tratase - ¿porque qué es más el alma que un recipiente saturado?, ¿qué hay más que un tránsito de emociones, pasajeras inconstantes?-.


Inventaría, por ejemplo, que las piernas no me tiemblan cuando hablas o que no ansío la paz que pintan los soldados de tu brazo. Miserablemente pronunciaría palabras que retumben indiferencia, mientras el cerebro estalla mil poemas y diez tangos. 


“Disidencia” -dices cada vez que sonríes, desbaratando los dogmas de la cordura. “Disidencia” digo cada vez que descubro en ese gesto simple, 1997 razones para bajar los cuadros grises de las paredes de mi ser y, cambiarlos por obras de Van Gogh y hojitas que van desmembrando los libros que leemos 

 


Las fibras quietas de mi corpórea existencia se llenan de las revoluciones más intransigentes que tu caminar radiante suscita.






-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.