Un día ingrato o demasiado grato, a decir verdad.
Su vida, la de ella, estaba cargada de pesadeces,
podredumbre, inconformidades, rarezas y un fétido y espeso ambiente, que ella
misma inventó con el fin de hacer más miserable su lugar habitual, ese del que
por más que quisiera, no podía salir, ese que parecía ser principio y fin,
salud, enfermedad, desenfreno, cordura, movilidad.
Vaya que es un contexto extraño, tan complejo como el
pensamiento de quién con un lápiz a medio destruir, escribe y escribe, a media
tinta, a tinta y media, a rienda suelta, limitada por la luz que debía apagarse
cuando el reloj diera las 11, ¡pero si a esa hora es que comienza la verdadera
condena! , a esa hora es que vienen los fantasmas a posarse en las cabezas, a
bombardear cada neurona, a agitar las vísceras, a causar estragos. El tiempo
era insuficiente, poco coherente y cognitivamente dadivoso, como la mano que se
conecta con los intereses y sigue, sigue, soporta el dolor que se da por la
presión de esta entre el lápiz, el papel y la desesperación, no puede
detenerse, no puede dejar de plasmar.
GRITOS (ENTRE LÍNEAS ) DE LUCHA FRUSTRADA, DE PARÁLISIS A
MEDIAS, DE BATALLAS INTERIORES, DE CAMPOS DE LUCHA EN DONDE NADIE GANA.
Las horas corrían pero su existencia estaba intacta,
absurda, letal; ella seguía escribiendo, era perdición.
Su invalidez social no tenía más diagnóstico que el que le
ofrecían un psiquiatra de la calle 20 con 32 A: ‘’Hay que internarla, es un
caso perdido, busca y no encuentra, sufre pero no padece, se ata sin cadenas y
se funde entre la esquizofrenia y la sanidad’’
Imaginarla viva, TAN VIVA COMO SU CORAZÓN TRAS CADA LATIDO
MENCIONABA, era paradójico, porque respiraba pero sin esperanza, sin ruta,
encarcelada junto con sus sueños, con las ganas (ya lejanas) de salir. Estaba
muerta en vida. No hubo entierro, no hubieron lágrimas, su compañía continuaba
divagando en la tierra (esa desolada que le abre los brazos para darle abrigo hipócritamente por el
interés de daño latente, pues sabe perfectamente que para quien vive en guerra
consigo mismo y con otros constantemente, cualquier viento suave es caricia).
Y vuelve ella a pensar, ese es su estado natural, piensa, se
destruye, se construye, se aniquila ; su pulso está acelerado, es una
desdichada que sonríe, una hipócrita de la vida, una masoquista.
¿Entiende usted lo complicado del contexto? . ¡Qué maldito
enredo!, ¡Qué vejaminoso suceso!. Esquizofrenia a un pelo, veneno que de a
pocos acaba esencia, cuerpo y alma.
¿Qué pasa? NO HAY LUZ. ¿Por qué mi insistencia?. ¿Por qué
caminar y caminar por un laberinto sin salida aparente?.
A penas han pasado 17 años desde que llegó al mundo, tiene
nombre de una canción de The Rolling Stones, ha luchado sola sus batallas. Es
inconcebible que esté tan incompleta, que sea tan inentendible si se supone no
ha visto demasiados amaneceres, ni ha padecido lo suficiente, si no ha palpado
todas las desgracias, si su experiencia es escasa. Quizá sea que ella misma se
ha encargado de escupirse, de abofetearse, de cansarse, de invalidarse. ¡AY!,
pero que continuidad, que insistencia con la invalidez social, esa inexistente,
esa mental, esa metafísico-existencial.
Alargar el concepto se ha tornado desde un comienzo,
inevitable, inmanejable, yo solo escribo y quizá eso sea equívoco, LETAL.
Si se siente intrigado por cómo termina la noche, habré de
decirle que no fue suficiente con el insomnio, las dudas, el desenfreno. Un
alma en constante fatigación no puede ponerle fin en una noche a sus
trastabilleos, no puede fingir que puede continuar.
Continuó con su concepto, con ese aplastarse el alma y
volarse los sesos, continuó y no termina, esta historia no encuentra fin, ella
sigue en su lucha a favor de nada.
-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.
-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.