miércoles, 12 de noviembre de 2014

Tanguitos y melancolía.

Tanguitos, tangos, tangos y boleros.

Son a penas las 7.30 pm y yo ya ando desvariando.


Tic tac tic tac.
Pasa el tiempo, se me llenan los ojos de un fluido extraño, no puedo controlar a mi sistema endocrino.


Tic tac tic tac.
Tanguito, tanguito, Raúl Garcés, Lalo Martel,Alfredo de Angelis.

Ayiyayy, las entrañas, el alma y el corazón.




-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.

-CAÓTICO-



Empieza el caos; son las tres, las tres de la tarde, el sol llega de frente, llega a joderme con su estúpido brillo, con su peculiar aspecto.
Apenas ha pasado un minuto y ha cambiado el latir, se ha acelerado, aumenta como los recuerdos, esos que flotan en esta habitación, que se cuelan entre las rendijas, entres mis ganas de salir.
La eterna enamorada del viento, ésa era, esa solía ser. Ahora me conformo con respirar.
Este escrito se torna, nótelo usted, amargo, como el café que él solía tomar, lo conozco y sé que anda vagando, que se asombra con cualquier ridiculez, y no deje de captar, apreciar.
Sé que estoy harta de esta rutina.
No hay cosa más absurda que andar, andar por ahí, por esos lugares que juntos recorrimos, el problema no está en ir sola, el problema está, en que, siempre me persigue él, con su audacia.
Podría llenarme de alcohol, podría ahogarme en llanto, partirme en versos, escudriñarme en las vidrieras, pero me rehúso. Cuento 1,2.. Oh! No, son las tres más un cuarto; Llegó y dejé de soñar, me volví una idiota. El amor frágil se tornaba.
Se fugó lo incierto, no había chispa. Me cansé de buscar, de querer hallar. Erótico, errante, patético, ramero.
Satisfacción, placer, frustración, desolación. Mera contradicción.
No creo que exista desgracia semejante, complicidad, o querer distante, tan distante.
Esta con ella. Siendo realista, solo.
Yo, vivo con sus recuerdos, su sombra, y ese, el compás del palpitar. ¿Dónde encontraré yo, otro igual. Con iguales emociones, canciones, sensaciones, acordes de guitarra y mirada tan indiferente?.
Odio tomar el bus, retomo ese capítulo, ‘infección’, lo retomo, lo solidifico, me enveneno imparablemente de él, es evidente.
Quizá no debí deambular por esos lugares, vacíos, oscuros, que solo me llenaban de ansías, por correr a él, a sus brazos, a su maldita presencia. Muchacho inepto, amargado. Ni hablar de las ganas inmensas de besarlo, es que no son ni las cuatro y comienzo a desvariar. No lo puedo evitar, Acto fatal!. Qué ganas de morderlo, de mirarlo, mientras le digo, que lo deseo, que lo quiero mío, aunque eso para él no tenga validez.
Maravilloso, el día en que lo conocí, en que cruzamos miradas, más que cualquier otra cosa. Arrepintiéndome no gano nada; Qué carajos yo lo quise como a nadie.

Y retomo tras este relato esos, esos instantes llenos de lujuria, ambos jadeábamos, no existía nada más, él y yo, juntos en la oscuridad.  Y qué me importaba la política, la ciencia, la cultura, si estaba junto a él?. Quién iba a pensar que luego sería la amargura intacta de lo efímero. Me hizo tan cínica, tan irónica, tan sin sentido.
Infinidad de páginas hipotéticas, para evadir escribir las auténticas. Amor esporádico, Imborrable, poco cuerdo, extraño.
Estaba con los trabajos encima, había exámenes al día siguiente, Y qué mierda iba eso ha importar? Me perdía cuando le besaba la sonrisa.
Íbamos a cine, comentábamos, criticábamos. Nadie se atrevía a callarnos, al fin y al cabo, él y yo, éramos dos jóvenes amargados y diciendo la verdad.
Siempre queríamos ver Sherlock Holmes, pero nunca, lo lográbamos. Comenzábamos a verla y nos perdíamos, nos perdíamos en el calor de nuestros cuerpos.
Éramos amigos, planeábamos un sinfín de cosas, no las llevamos a cabo. Él un estratega, yo, una mujer de armas tomar.
No recuerdo exactamente, las veces, las malditas veces en que  iba a su casa, y esperaba, esperaba que abriera, que me abrazara al verme. Me decía a mí misma, siempre la misma vaina: ‘Esta es la última vez que toco’. Y antes de terminar de refunfuñar, se asomaba el brillo de su sonrisa, por la puerta. No le niego, estimado lector, que siempre me enredaba la cabeza, que siempre me imaginaba lanzándome encima suyo, sin importarme un carajo, quién estuviera adentro.
Toc toc toc –Abre al fin- sonríe, me mira y el mundo se da vuelta, el puto mundo se pone de cabeza. Me enferma y me llena al mismo tiempo, extraño suceso.
Su ponzoñosa alma, llena de filosofía y cultura, me hastiaba. Yo, no estaba harta de conocimiento, ni más faltaba, sino de su fatídica personalidad. Él se creía impune a cualquier tipo de sentimiento relacionado con el amor, Ah! Pero claro, si él decía que el amor era locura, era alboroto de hormonas, que se lo cobraban a uno al final, que estaba en la mente, como dios, pero que no existía. Y no miento, concordaba en ciertos aspectos, con él, eso de amar no es cosa distinta a un despelote hormonal, que pasa y lo deja a uno metafísicamente jodido, desbaratado.
Esperaba a cada instante el llamado, ese del placer, ese del desenfreno, ese del sábado en la noche, copa en mano, fuera de casa, con las palpitaciones al mil por ciento.
Otra vez, aquí, fatídica, tan desenfrenada.
Estaba ese el propio túnel, ese de piel y sexo, de perfumes y música extraña, eran insectos solitarios.
No es, él, más que un rebullicio, uno de esos accidentes, que están destinados, destinados a ser prodigios.
De pronto, le conozco, me conoce, es extraño, reconocernos, reconocernos y sentir el mismo puñal, que se clava tan profundo. Mi mente no está bien, vislumbro un poco de locura, cansada de jueguitos locos, despierta, odio los sueños, esos llenos de él.
La gente, es la misma, estúpida, constante, conformista ¡CANIBALISMO ETÉREO!. Se comen entre sí, para sobrevivir.
Se comen, se acaban para seguir, No por hambre, sino por apariencias. No hay luz, ni ecos, ni orillas, solo sangre, silencios y lentitud en las esquinas.
Había desnudez abierta , goteaban las preguntas, No había estrellas, Todo era transparente. No reaccionan, son más de las cinco. No hay idiomas, ni sombras, ni ruido.

Mis ideas se disecaron en la soberanía de su voz, Y traté, lo juro, de hallarle entre cuatro paredes, pero me quedé quieta, estancada. El poder del desenfreno, ataca de nuevo, Beso prófugo, no le detengo. Presiento otro adiós. Pero, ¿cómo es eso posible?, acaba de llegar. Y bueno, qué más da, llegará el momento de despertar. En este mar de gente, es infeliz cualquiera, simulando radiante alegría, mientras la guerra se extendía.
Quizá lea usted esto y parezca no tener relación, conexión. Quizá no la tenga. Quizá va más allá de la realidad.
Y está claro, ahora se va, cuando ha extraído todo de mí. Cuándo se ha secado el flujo, ése del sentir.
Luego de habernos conocido, de haber juntado nuestros cuerpos, de haberlos exprimido al tiempo, esperando amaneceres, atardeceres, y a veces sin esperar nada, a decir verdad.
Él, con su nombre de cinco letras, me cambiaba el mundo. Yo le ví, le inventé, le besé, Le mentí, me fundí en su  ser.
Tiene esa mala costumbre, esa de desordenar todo a su paso, mi mente es clave ejemplo de ello. No pregunte usted más Ya quiero terminar. No más palabras. Este parece ser el final.
Ah!!! No no no, espere usted,  antes de ello, debo confesar que muero porque me hable. Hábleme, míreme, Absurda, patética, caída. Me estruja, me tira, me besa. Impacto, angustia, recuerdos.

-¡Él, él y yo, CAÓTICO.!-





-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.

Ilógico...

Con el tiempo, se escurren los recuerdos.
Cada día puedo mentir asegurando:´´ le quiero menos’’.
Es cierto que ya no es tan fuerte, es cierto que ya no sueño con él cada noche, es cierto que ya no le anhelo como antes y definitivamente también es cierto que con el amargo café negro que consumo en las mañanas trago sorbos de resignación.
Pero… y vamos de nuevo con el maldito pero, pero, pero la vida es TAN PUTA que aún guardo un poco de eso que fuimos, aún muy en el fondo espero que me haya querido y que por ello vuelva algún día a darme ese saldo de besos pendientes.
Aún le recuerdo, recuerdo su aroma, la forma cómo me sentía cuando me abrazaba (el mundo se detenía y nos fundíamos en ese eterno instante), recuerdo su mirada, recuerdo sus besos, no con precisión pero si con certeza, es extraño porque parece que los olvido a propósito, los olvido con la única finalidad de que en el próximo encuentro los recuerde a técnica, a práctica, a fallido instante en el que solo quiero creer que aún creo, en que solo quiero creer que me quiere y que nada de lo que ha pasado es cierto.

Dicen, es imprescindible  sentir esa cantidad de bichos en la panza, cuando uno tiene cerca a ese ser que le roba los suspiros, pues bueno, yo no tengo nada más que seguramente parásitos, no siento más que ganas de sonreír cuando lo veo, supongo que no es porque lo quiera, sino por el estupor que me traen los recuerdos, esos que me muestran claramente la mejor parte de mi, junto a él.
Es así, es complicado, ha pasado mucho tiempo, han pasado muchos días, muchas noches, muchas horas, y al principio llevaba la cuenta, pero admito que luego de los 200 días sin él, perdí paciencia, cuenta e interés, solo me enfocaba en lo verdaderamente importante que era: intentar olvidar quererlo, olvidar su aroma, olvidar ese lunar suyo en la nuca que me fascinaba, olvidar ese metro 79 que en algún momento me hizo volar sin zapatos. Me concentraba en olvidarle cuando lo único que hacía era recordar y recordar de nuevo, sin más que eso.
Había decidido en el marco de los primeros días, de los primeros meses sin su compañía, encerrarme y hacer eso que disfrutaba y disfruto inmensamente: la soledad, la oscuridad que proporcionan 4 paredes y el acto de hacer reminiscencia.
Fue muy productivo, no miento, tenerlo constantemente como un resplandor, como un espectro en mi habitación, como inspiración y esencia impregnada en cada letra de tantos escritos, que por la melancolía, dejaba a media tinta.


Luego de por completo deshacerme de toda la ira que sentía, decidí aplicar una metodología un poco mandada a recoger, pero que supuse me serviría en el transcurso de mi vida. Decidí ponerle un alto a tanto pensar en alguien, decidí querer sin prescindir, decidí no entregarme por completo y decidí escribir para mí, para quien quiera leerme, porque eso de inspirarse y escribir PARA alguien es muy jodido y muy poco grato, si a quien se le escribe, poco le importan tus letras.




-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.