martes, 27 de abril de 2021

Eterno

 Yo humana, caigo en el juego insostenible de pretender que puedo lo insensato por amor. Veo en el ojo del cielo que no existen verdades absolutas en este paso amatorio.

Podría decir "Para ti el sol, la luna y las estrellas" e incluso, atentando contra toda lógica, ciencia y específicamente, la astrología, LO HARÍA, traería los astros hasta ti. Pero (y esto no es poco), caería mi cuerpo inerte tras el imbatible correr del tiempo y, tu sonrisa como última revelación, habría de clavarse en mis pupilas agonizantes. 

Mas tú, te alejarás de mis restos y yo suspiraré -inexplicablemente-, abandonando este plano, al ver que el frío trasciende la muerte y que el amor, es amor mientras esté intacto el sueño imposible de lo eterno.



-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.

...

 Quiero dejar de escribir, quiero renunciar, darme la vuelta y pretender que jamás encontré refugio en las tormentas ¡maldita sea la hora!, maldita la designación del espacio que me puso junto al lápiz y  me aplastó contra el papel. Yo nunca más me pertenezco y es por eso que me siento torpe, lenta, insatisfecha si no hago lo que mi alma elige y mi mano derecha impulsa.


Ahora que lo pienso, podría intentar escribir a 2 manos, hacerlo lento y a destiempo, con más garabatos que aciertos pero sería un suicidio porque, dicen que ese peligroso ejercicio despierta y activa ambos lados del cerebro y, serían más eternas mis noches y darían más vueltas por entre las ranuras de mis sesos las ideas y escribir, titilaría y martillaría aún más fuerte y sería yo, más imprecisa e inexacta sin estos versos que nunca riman -porque ofendo a León de Greiff- pero carezco de melodías y escupo lo que siento. 

Mi tiempo -que es poco-, se distribuye entre lejanas percepciones y se consume con los suspiros del mediodía en que resuelvo pensar más en cada grano de arena que existe para comprender  la infinitud de las desdichas (en lugar de sentarme a contar los dientes de león que se desprenden en partículas en pos de su esencia, sin dejar de ser fascinantemente unificados).


Diría que los truenos me aturden (porque llueven a cantaros) y que asumo esto como un castigo, una señal del Juez Supremo, enojado por mi redundante visita a lo imposible. 

Pero: No hay en el trueno más manifestación que la de la fragmentación del silencio que viene siendo una metáfora y un llamado a salir de la zona de confort. 

He de decir que no encontré conforte en callar y contrario a ello me sentí miserablemente cadavérica, casi percibiendo el nauseabundo olor que expelen los cuerpos inanes, proveniente de esta resignación enferma que me da trompadas para despertar.



-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO