Tengo ganas de hablarte
pero no quiero hacerlo
porque vas a pensar
que por ti estoy muriendo,
y la verdad es que sí.
Si delato el sentimiento
tengo miedo de ahuyentarte.
¿Debo fluir o dejar
que el sufrimiento entre
levemente en mi piel
y me llene de dudas?
Tengo ganas de hablarte,
pero de tanto pensarlo
quiero creer que tú lo harás primero,
y no por hacerme del rogar,
ni por jugar a sentirme importante,
es que quiero darme cuenta
si tú también
traes las ganas que te traigo.
-Quetzal Noah.
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