viernes, 21 de agosto de 2015

Ella y él

Quiero vertirle whisky en esos senos que me encantan, lamerlos, acariciarlos sonreírles. Por desgracia no puedo tocarlos. Impetuoso seguía: ¡Vamos a ponernos en skype mientras le veo encenderse a la par que yo me la casco sin miramientos! – Me excita, señor… ( Se escribían con respeto) Se toparon en el tuiter . Esos 140 caracteres que a veces jalan atención de insospechadas mentes y deseos que deambulan por la red. Venezolana y Mexicano. Una mujer de unos 25 abriles atraída por un viejo de 38 veranos. Lo bonito de este asunto es que la distancia les servia para crear todo tipo de fantasías. Fueron intimando desde el principio….. – Me gusta que me toquen , adoro ser follada con vehemencia, pero no puedo soportar que no me estimulen el cerebro. Allí está mi punto G. Si no lo logran, la cosa esta jodida. El viejo, dentro de todo, cargaba su experiencia y una locura respetable. De alguna forma lograba excitarle la masa gris. Vaya que le tundía buenas ideas a la chica. Oxígeno puro se suministraban cada noche. Charlaban de cine, literatura , aventuras vividas en torno a romances fugaces. Quiero largarme de Venezuela. -La cosa acá es una mierda. Filas interminables para obtener comestibles. El Internet es una burla. Un tramite sencillo puede tardar un mes o dos. Pero lo que más me decepciona son los hombres. Puro guarro se me acerca. Uno que otro que me alimenta la pupila me aborda con argumentos de bostezo. Si a eso le agrega que soy una mujer ardiendo dentro mi, la desesperación es mayúscula. Tres veces me masturbo a diario. Cuando mi líbido está caída, me meto mano de todos modos, aunque sea una por la noche. Mi trabajo es aburrido. Mis estudios cada día me horrorizan el panorama. Su pena era pues, digámoslo así, abrumadora. No estaba contenta con su existencia. El mexicano escuchaba atento a la susodicha. Acto seguido comentaba: -Le entiendo, pues yo he pasado por esas. Ahora ya me mantengo con una que otra fémina que me atrae. La venezolana interrumpía -¿Bueno , y usted no se piensa casar, sentar cabeza, tener hijos y todo lo que hace la gente normal? -Precisamente, muñeca, no me considero normal. Su aburrimiento sería mío si me dedicara a eso que hace la gente normal. Nacer, crecer, aparearse , llegar a las fiestas habituales. Cada año el mismo ritual y vuelta a empezar. Me lastima lo cotidiano. Soy un loco para varios seres. El otro día conocí a una enfermera de impacto. ¡Qué mujer, qué culo! Sin embargo, lo que más me llamó la atención de ella fue su comentario acerca de un manicomio donde trabajó: “Los safados somos los que estamos afuera”. Le di la razón . Sin estar recluido de por vida, alguna vez caí en un sitio como esos y me maravillé con la genialidad que allí se respira, dije. En la cárcel también hay uno que otro genio. En fin, Laris ( Es el nombre de la venezolana)No quiero ser pesimista, pero en México no cantamos mal las rancheras. – ¡Me encanta la música mexicana! Comentó la chica. Bueno, a mí no me fascina pero una que otra sí me excita en una cantina con dos que tres tequilas. Así seguían compartiendo experiencias. Poco a poco se fueron entendiendo al amparo de la soledad y las sombras. – Soy una mujer que adora la oscuridad. – Soy un hombre que se lleva bien con ella, respondió el azteca. Aun así , si hubiese algún brillo en su perra existencia , considero que no la adoraría tanto. – Puede ser… – Mmmmm tal vez , pero no lo creo… Lee, se masturba, se duerme, come, de follar ni hablamos, por ahora. No está marginada, no está en la calle deambulando a altas horas de la noche, entre borrachos. – Bueno , bueno bueno… Le interrumpió de nuevo, usted qué tan oscuro es… -Nada más de la piel, no obstante que ando a hurtadillas entre la mierda para buscar un poco de alegría. La limpieza de la sociedad su condena a lo extravagante, al descarrilado, al que no se queda en el huacal a hacer lo mismo que hace la mayoría, me hace creer en una oscuridad propia. -Quiero que esté conmigo acurrucado mientras me comienza a toquetear. Ardo en deseos. Si tan solo tuviera un hombre a la mano… -No creo que en Venezuela no haya uno que no le de batería… -¡No sea estúpido! No me envuelvo con cualquiera… Le dije del cerebro, del Punto G.. ¿Qué no escucha? -Claro que lo hago, sólo que no puedo entender que no exista algún victimario por su barrio… -Tal vez , pero necesito sentir una energía desde el momento que lo vea. – Ire a verla uno de estos días… Tengo que trabajar arduamente y es algo que no me encanta. Si el trabajo ennoblece yo soy un plebeyo. Ella soltó una carcajada. El le sonrió y torció los labios como si le besara. – Soy caprichosa, berrinchuda y celosa… – ¿Qué mujer no lo es? Comentó el viejo. – No.. es que yo soy de las buenas, de esas que con un dicho mal empleado estallo contra el sujeto que lo escupa. – Puede que sea especial, pero si usted me hiciese un numerito en público o en privado, la apretaría de entre mis brazos aún cuando se retorciera como potro. Su rabieta seria mi locura. Su locura seria mi paciencia. Su veneno seria oxigeno puro para mi alma. – ¡Ahhhhh no diga eso que me enamoro! – Es verdad. Además tiene usted unos labios fascinantes. – Y eso que no ha visto los otros. Comenzaron a cachondear.. – Póngase cómoda… Ella comprendió – ¿Que le gusta de un hombre al momento del toqueteo? – Me gusta el tacto, su vibración, el tamaño, por supuesto; la mirada y los susurros… – ¿Y a usted , qué le agrada de una chica? – Adoro que se estimulen frente a mis ojos.. Ella hizo a un lado su braga y comenzó a mover un par de dedos entre sus piernas a la par que soltaba dos que tres gemidos prometedores. A él se le paró el pensamiento y comenzó a disfrutar. Ambos tenían las manos ocupadas en sus cuerpos. Sus deseos eran una sola energía en un momento preciso. Le siguieron dando duro al cibersexo. El tiempo no importaba. Él se corrió primero. Ella, al admirar sus gestos, apuró el ritmo. -Estoy cerca , dijo…. -Venga, mujer… ¡Hágale con ganas! Ella estaba fuera de control… Comenzó a contonearse con fuerza. Tomó sus cabellos con la mano izquierda. Aullaba de placer y dolor… Dolor por no tener a la mano al mexicano… Placer por haberse suministrado un orgasmo de los buenos. El seguía allí, observando el placer ajeno que era suyo desde la distancia. Acabo después de haber contraído su abdomen. – Están temblando mis piernas confeso Laris. – ¡Me alegra! Le dijo el viejo. Se serenó el ambiente, no así las ganas de poseerse. – ¿Hablamos después ? – Seguro, linda. Apagaron cada quien su computador. Ella regresó a su mundo. Él se metió mano una vez más pensando en el rostro de la chica. Cuando en la mente se siembra el deseo , no hay poder humano que pueda sacar la semilla. Enamorarse de los cuerpos es fácil. Con la misma ligereza se olvida con otro. Pero esta mujer , que se estimula a base de berrinches y caprichos, necesita un hombre que la mantenga en vigilia, en suspenso. Al menos eso es lo que pensó el viejo. Se levantó de la cama y se dirigió a la cocina. Se dio cuenta que en todo el día no había probado bocado alguno. Tenía hambre de ella, lo demás no importaba. Se preparó una torta. Encendió de nuevo su computador, consultó los costos de los vuelos a Caracas. Enseguida revisó su estado de cuenta. A penas alcanzaba para ir tras ella. Regresó al sitio de vuelos y reservó su asiento. Se acabó el bocado y se echó a la cama. Antes de quedar dormido fantaseó con el cuerpo de Laris. Se puso audífonos y se entregó a Chopin y sus famosas melodías nocturnas. Pronto volaría a Venezuela. Mientras tanto lo haría en su estudio alcoba entre notas, ronquidos e imágenes mentales de los espasmos de su chica.




-Andrés Rojas.

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