lunes, 11 de mayo de 2015

Las despedidas.

Las despedidas llegan.

Una persona, un ideal, una etapa, algo que termina, o que debemos dejar ir. Es complicado asumir ciertos finales, asimilar y dejar de lado aquello que nos parecía tan nuestro, resistir el viento de cambio y seguir tras ello "enteros".
Algunas despedidas nos remiten a otras que aunque pase el tiempo parecen intactas.


Un sentir no se sustituye por otro,lo que dejamos no vuelve a ser igual. El secreto está en avanzar con paso firme y sin ánimo de retomar el camino que nos lastimó.


Surge el pensar que nada de lo que venga logrará conmovernos, la lógica descartable de reemplazar fácilmente un objeto por otro.

Instantes de quiebre, de reparticiones innecesarias...


El trazado de la vida continúa y de a poco se va cimentando la propia existencia, recortada ya de presencias que se convierten en apenas entes, fantasmas, evocaciones, sombras o recuerdos. Se añaden a la historia, pérdidas y despedidas que aunque en primera instancia nos brinden desolación permitirán que nos aferremos a la fortaleza y blindemos el alma.
Quizá por ello buscamos dar alargue a ciertas despedidas cuando tenemos claro que ineludiblemente ha llegado el final y hay que dar el salto porque lo que sentíamos debe cesar, porque hay que arriesgarse sin miedos, sin excusas,porque llega el momento de sentir pero esta vez de verdad, intensa y fervientemente, poniendo el corazón en llamas y razonando cada suceso.


Lo que queda es la corriente del recuerdo y vendrá en forma de luz a cada tanto, como ráfaga instantánea cuando se requiera.




-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.

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