Como Varejāo plasma en esta obra, nos vamos agrietando y desmenuzando hasta que desaparecemos entre imágenes y olores nauseabundos, entre sangre y llanto. Quiero retomar esta pintura que descubrí hace muy poco, para recordar mi humanidad, mi corporeidad y carnalidad, que si bien es cierto, no es eterna, dura mientras yo exista y debo convivir con ella (preferiblemente en condiciones de amistad). Quise verme como el día que abrí el libro en esta página: reflejada y descubierta, además de desnuda y vulnerable. No se necesita poesía cuando la pintura lo dice todo. El arte viene siendo la cura y al mismo tiempo el malestar de quienes no lo asimilan.
domingo, 15 de octubre de 2017
MUSAS
Como Varejāo plasma en esta obra, nos vamos agrietando y desmenuzando hasta que desaparecemos entre imágenes y olores nauseabundos, entre sangre y llanto. Quiero retomar esta pintura que descubrí hace muy poco, para recordar mi humanidad, mi corporeidad y carnalidad, que si bien es cierto, no es eterna, dura mientras yo exista y debo convivir con ella (preferiblemente en condiciones de amistad). Quise verme como el día que abrí el libro en esta página: reflejada y descubierta, además de desnuda y vulnerable. No se necesita poesía cuando la pintura lo dice todo. El arte viene siendo la cura y al mismo tiempo el malestar de quienes no lo asimilan.
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