Luego de tanto y tan poco tiempo juntos,él se cansó...
Entra,dispara,no sin antes intercambiar miradas con su víctima y parte,sin dejar rastro,percatándose de que faltasen respiros y pálpitos (pero no por completo).
Se le escapa un suspiro,no por pena,no por arrepentimiento,eso sería inconcebible,él no es de los que se arrepienten,él no conoce la culpa;suspiró de satisfacción.
Sólo él conoce todo cuanto siente pero realizado tal movimiento viene una incongruencia absurda que le da la mano y lo lleva a su zona de confort.
¡Vaya!, qué tremendo disparate, qué necedad,qué desdicha y consecuencia impredecible. No la ha matado (aunque él no lo corrobora,confía en su tino). Su arma estaba cargada de ego y ella ha lidiado incontables veces con ese tipo de munición que porta el verdugo.
De amor nadie se ha muerto y ella no sería la primera.
Él parte,guarda su arma y parte sonriendo: MISIÓN CUMPLIDA. Ella aguarda,cuando él se ha ido por completo,se levanta de a pocos,sana su herida y continúa.
Ambos toman rumbos diferentes,él creyéndola miembro de otra dimensión,ella divagando desconociendo su paraje,desconcertada. Jamás se encontraron de nuevo. Él no volvería a recibir sonrisas de ella,ella no volvería a deformar lo que él llamaba: "Su vida" y que estaba sin duda, organizada cautelosa y convenientemente. Ella huyó y todo el tiempo se deja llevar por melodías azules,que en cada verso le recuerdan que los crímenes a veces,no encuentran culpables.
-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO.
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