lunes, 22 de febrero de 2016

A la deriva



Quisiera compartirles algo que jamás he de olvidar, quizá no sea un episodio ilógico o excepcional, pero siempre es bueno llenarse la vida de pequeños placeres.

Iba a la universidad en el bus,sentada junto a la ventana (que estaba abierta, porque así es como siempre, me gusta viajar;recibiendo el viento en la cara). Eran alrededor de las 7 de la mañana y hacía un frío que si bien, no calaba los huesos, hacía perder el funcionamiento de las manos y ponía la piel morada, lista para recibir calor de otro cuerpo. Como de costumbre, iba prestando atención a esos detalles de nada, que suelen ser motivo de sonrisas profundas e inspiración constante; el vuelo de un insecto o un ave, la caída de las hojas, la soledad que habita las calles, temprano en la mañana. Esas cosas que a nadie le interesan pero que cuando las rescatas, no las puedes soltar. Y de pronto, como una revelación, ante mis ojos, tirado en el suelo, cubierto con periódicos, con papel y lápiz,escribía un habitante de la calle, no pude resistirme de la dicha y la tristeza (sentimientos que no podían ir juntos en la cotidianidad, pero que resultaron inevitables). Tomé apresuradamente mis cosas y me bajé sin importarme la primera clase del día. ¡Al carajo contabilidad, esto es más importante!. 

Tengo que admitir que al principio, creí que era una locura,bajarme y acercarme sin ningún tipo de cuidado (no me refiero a cuidarme de él por convenciones sociales, sino porque no quería interrumpir su inspiración, cosa que cuando me pasa a mí, me revuelve las entrañas). Cuando notó que un par de botas negras se le acercaban, levantó la mirada y me disparó una sonrisa maravillosa, NUNCA voy a olvidarla. Tenía la mirada cansada, estaba muerto de frío y seguramente de hambre, los labios resecos, quizá por la droga y en el papel que posaba en sus manos, habían un montón de letras, con una caligrafía preciosa que parecía extraída de un libro medieval. Me senté a su lado, luego de preguntarle si podía hacerlo y sorprendido, presuroso respondió ''Por supuesto'', con una voz un poco carrasposa que a pesar de ello, era preciosa. Le pregunté por su escrito y me lo leyó con una musicalidad similar a la de León de Greiff. Yo estaba embrujada, estupefacta y desolada. Le ofrecí algo para comer que traía en el bolso y le agradecí por su cordialidad. Me contó un poquito de su vida y con resignación,al final agachó la cabeza y se soltó a llorar. Siempre le gustó la poesía,en su casa había una enorme biblioteca. Su padre era un filósofo rolo y su madre, una linda y cálida ama de casa Bugueña. No tuvo hermanos. Nunca le faltó nada sólo el amor. Desde que tiene memoria, leía sin parar,casi no jugaba por estar ''embobado'' con la literatura aunque a veces, no comprendiera nada. Su padre siempre trabajaba y su madre no era muy expresiva. Cuando creció se dedicó al trago y a la exploración alucinante de las drogas revueltas con la literatura. ''¡Tremendos viajes! -casi gritó-. Estudió lo que su padre pero no con la misma seriedad, huyó de casa por rebelde a los 19 y jamás volvió. Ahora tiene 37, un rostro demacrado (grandes ojeras,pálido,con dentadura imprecisa y nariz desviada por una pelea en el 2001 (no le quisieron fiar su dosis, los desgraciados)). Desde entonces,se perdió, escogiendo atravesar los límites sin temor, arrepentido pero resignado y entregado por completo a la melancolía. ''Siempre escribo cosas buenas, cosas que recuerdo de mis tiempos en casa. De ahí para acá, lo que recuerdo es escaso y desagradable.'' ''Quisiera volver, mantenerme firme y no desviarme. Quisiera experimentar otro tipo de catarsis o éxtasis; el amor, por ejemplo, que nunca lo encontré, ni siquiera lo buscaba. Me divertía, me drogaba y nunca me interesaron los compromisos. Ya, en este ahora no tengo oportunidad de volver, ni de cambiar. En esto me he convertido,no tengo a nadie,estoy solo y así, quiero morir. Ojalá mañana ya no despierte y pueda ser alma libre y curiosa.'' Ojalá. ''Muchas veces he pensado en regenerarme pero ya no tengo tiempo, mi cuerpo está en las peores condiciones y yo, estoy muy sujeto a esta prostituta barata que es la droga. Me gana la ansiedad y me derrumban los miedos.'' Porfirio, se llama, quizá por Barba Jacob -quiero creerlo así,porque entonces sería mucho más mágico- . Me dio un abrazo, dijo ''gracias'', arrancó la mitad de su hoja, donde estaba escrito lo que anteriormente me había leído, ''esto es para vos''. Se levantó y despacito,se fue, sin darme tiempo para pronunciar palabra alguna. 


Tres horas estuve sentada a su lado,aprendiendo de tan ingenioso ser. 

No podía salir del trance y caminé desde el obelisco hasta la universidad, sin prisa y llenándome la cabeza de dudas e ideas nuevas. 

¡¿Por qué carajos ignoramos a tantos seres que han caído, sin preguntarnos por su historia, su estado y su verdad?!. Se me cae la cara de la vergüenza y tengo el alma encogida. Cuánta magia en la calle, a la deriva.






-ANGIE CAROLINA ERASO JARAMILLO

1 comentario:

  1. La realidad social en un pais como Colombia connota una discriminación a aquellos que no lograron encajar en lo que se supone que debimos lograr, es decir, el mismo sistema nos fue colocando una serie de metas que a determinada edad debemos cumplir por necesarias que son, sin embargo, existen unos seres que le hacen resistencia y "pistola" al libro que se supone que debemos vivir, seres que viven el dia a dia en su maxima expresion, sin embargo cuando la muerte llega con su gran hoz a acabar con una vida de excesos, solamente puede sentarse junto a ellos y escuchar contar las miles de anécdotas que vivieron, como si su vida fuese un juego infantil de escondite
    ***

    adenda: No se si la muerte llore despues de escuchar los relatos, sin embargo, me gusta imaginar que los trata con delicadeza, como si despues de dar ese paso, todo el sufrimiento terrenal solamente fue una pesadilla

    ResponderEliminar